EL DESTINO, UN REGALO La actitud con la que un hombre acepta su destino y el sufrimiento que este conlleva, la forma en que carga con su cruz, comporta la singular coyuntura – incluso en circunstancias muy adversas – de dotar de sentido profundo a su vida. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad o, arrastrado en la amarga lucha por la supervivencia, puede olvidar su dignidad humana y actuar como un animal, como sucede con los prisioneros de los campos.